martes, 15 de octubre de 2013

ANTIGUOS VESTIGIOS VIARIOS EN LAS CARRETERAS DE ALBACETE



Un reportaje de Juan Hortelano Artero para EN LA CARRETERA


 Antigua travesia en Hellín (Albacete), de la N-301.




Seguimos en la travesía de Hellín. Me he encontrado el hito del km. 306, si no me falla la vista, junto a una señal del año 70.







En un recodo que fue utilizado para un desvío provisional en la obra de la A-30, queda un resto de una valla.






Esta curva fue habilitada para el desvío, pero ahora se encuentra abandonada. Es un recodo de la primitiva N-301. La actual nacional hace de complemento para la A-30.

Y un poco más adelante me he encontrado dos hitos. Uno semi-enterrado y desmontado, y otro en el que se lee perfectamente que pertenece al km.320. Pero este no tiene grabada la nomenclatura de la carretera. ¿Serán de distintos años?


















¿Por qué habrá un hito miriamétrico y otro kilométrico juntos?

Y por último, vamos con un tramo abandonado de la primitiva N-301, entre Cancarix y la provincia de Murcia. Ahora sirve como vía de servicio en el margen derecho de la A-30, ya que al lado izquierdo está la actual nacional. Este tramo tiene sólo unos 200 metros.


viernes, 11 de octubre de 2013

TRAMO ABANDONADO EN LA ANTIGUA N-324


DE BARES, MOTOS, MUJERES Y CARRETERAS. (I) Viejo lobo solitario de la carretera.






LITERATURA CANALLA DE LA CARRETERA


Estas historias ocurrieron realmente, y tanto las personas que aparecen en ellas, como los lugares, las carreteras, los modelos de motos y las fechas que se citan en el relato son verdaderos. Sólo se han cambiado los nombres de las personas, de las peñas motoristas y de los establecimientos públicos para salvaguardar su anonimato en la medida de lo posible. Quizá no habría sido necesario, porque algunas de esas personas, esos establecimientos y esas peñas ya no existen, pero el respeto debido es el respeto debido, aunque sea a título póstumo. Se advierte asimismo que estas historias son duras e ingratas como la vida misma y podrían herir la sensibilidad de algunos lectores.

(I) VIEJO LOBO SOLITARIO DE LA CARRETERA

Una noche de finales de Marzo de 1998 estábamos sentados los tres en una mesa del Café Internacional, Madrid, atestada de botellas y vasos –vacíos unos, llenos otros-, como prueba irrefutable de las consumiciones que llevábamos bebidas al cabo de un buen rato de conversación. Hablábamos de bajar a Jerez, a las carreras. Cuando me levanté para ir al servicio descubrí que estaba más tocado de lo que yo creía, pero aún así conseguí llegar a los lavabos con naturalidad apartando suavemente un montón de gente que me cerraba el paso junto a la barra. El local estaba lleno y hacía calor. Al salir del servicio me rozaron en el hombro y me volví: era Jessica.

-Hola, Jotauve.

-Cuánto tiempo, tía.

-Ya no me saludas, ni nada.

-Perdona, no te había visto.

Jessica era una veinteañera rubia, guapita, fondona y potente. Nos conocíamos del bar, habíamos hablado varias veces y nos habíamos emborrachado juntos en alguna ocasión. Nada más. No recordaba que le gustasen las motos, pero la chica me daba mucho morbo.

-Me he acordado de ti estos días-me dijo.

-¿Ah, sí? ¿Por qué?

-Porque voy a bajar a Jerez. ¿Tú vas a ir?

La miré con detenimiento: estaba bastante buena y sobre todo tenía un par de tetas de escándalo que pugnaban por escapar a la opresión del corpiño negro que vestía la chica. Yo no había decidido todavía nada acerca de Jerez, probablemente no iba a bajar, pero esto cambiaba mucho las cosas, y de qué manera.

-Vente conmigo, Jessica.

Ella sonrió:

-No puedo, tío, voy con otra gente.

-¿Y quién te lleva?-pregunté.

-Mi jefe. Acaba de comprarse una ZX9R Ninja y la vamos a estrenar precisamente en este viaje.

Su jefe era un mejicano cuarentón que había corrido como piloto en su país años atrás, ganando carreras y calzándose también tremendas hostias. Un quemado. Me imaginaba a la pobre Jessica y su opulento culo sobre la minúscula tarima trasera de la Ninja con una mochila en la espalda y volando a 240 por la autovía camino de Jerez.

-Vas a llegar destrozada, Jessica.

-Ya lo sé, pero yo soy muy dura.

-Mi moto es más cómoda para viajar.

-¿Qué moto tienes ahora?

-Una mil cien equis equis.

-No puedo ir contigo, Jotauve, me he comprometido con mi jefe. Si lo hubiéramos hablado antes...

La mayoría de las mujeres son como los jefes: no han venido a este mundo para dar facilidades a los hombres, sino todo lo contrario, y es inútil luchar contra esto. 

-Lo comprendo, Jessica -le dije-. De todas formas yo soy un viejo lobo solitario de la carretera.

Ella se rió. Mis dos amigos motoristas de la peña Los Titanes de la Ruta seguían sentados en la mesa bebiendo whisky con soda y vodka con naranja. Los abultados pechos de Jessica se agitaron un momento bajo el ceñido corpiño, y ella dijo:

-Te prometo que cuando vuelva de Jerez nos iremos juntos de viaje en moto adonde tú quieras.

 Me estremecí. De alguna manera era eso lo que yo quería escuchar. Rara vez ocurre que la mayoría de las mujeres den algún tipo de facilidades a los hombres, pero a veces se produce un milagro. Me despedí de Jessica, alcancé la barra, pedí una enésima copa de ginebra con soda y me senté con mis amigos.

-Tíos, soy un viejo lobo solitario de la carretera -les dije. Me gustaba esta frase, y además, era verdad.

-Entonces cómprate una Harley, compañero -me dijo uno.

-Déjale -intervino el otro-, el cabronazo de Jotauve acaba de pillar cacho con la rubia y eso hay que celebrarlo.

Alzamos nuestras copas y brindamos ruidosamente. Ya era muy tarde y estábamos los tres un poco bebidos.

CONTINUARÁ