Un artículo de Route 1963 publicado en el periódico semanal CANFALI MARINA ALTA el día 21 de octubre de 2017
PROVINCIA DE ALICANTE: LA CASA DE LA PRIMAVERA
La autoría de esta frase ciertamente poética le corresponde al escritor y periodista gallego Wenceslao Fernández Flórez (1885-1964), que la dejó escrita en su libro de viajes La conquista del horizonte (1932). Unos viajes por Europa y por España que le llevaron también a la provincia de Alicante, invitado por un amigo de esta tierra, quien le animó a comerse todos los arroces que fuera capaz. Y al parecer el gallego no tuvo el menor inconveniente en consumir hasta catorce arroces diferentes en sus pocos días de estancia en la provincia, hasta el punto de que el capítulo correspondiente lo tituló como El devorador de arroces.
Sin embargo, Wenceslao Fernández Flórez no alcanzaría notoriedad en la provincia por este título con el que hizo gala de su voracidad y glotonería, sino por la frase poética y sumamente descriptiva de las bondades del clima alicantino, que llegaría a ser adoptada como discreto eslogan turístico-literario a finales de los años sesenta, siendo plasmada en unos carteles metálicos que se exhibían en las carreteras junto a los oficiales del límite de provincias entre la de Alicante y sus vecinas. Yo recuerdo el que existió durante muchos años en la N-332 en el límite entre Valencia y Alicante, junto al río Molinell o Racóns, frontera geográfica natural entre ambas. Lamentablemente, hace también muchos años que desapareció este cartel, que yo pensaba único y exclusivo, pero después he sabido que hubo otros similares en los demás límites provinciales, esto es, entrando desde Murcia y desde Albacete, y no solo en las carreteras de primer orden, sino tal vez incluso en carreteras secundarias. Es de temer que hayan desaparecido igualmente todos ellos.
Hacia mediados de la década de los setenta del pasado siglo, proliferaron también en las carreteras de la región otros carteles de metal a la entrada de algunas poblaciones. En ellos se dejaba constancia del hermanamiento entre determinados municipios valencianos y alicantinos con otros municipios europeos, generalmente franceses. En un principio los carteles estuvieron escritos en castellano, pero más tarde pasarían a estarlo en valenciano, y así, sin salir de la carretera N-332 (Valencia-Almería), podían leerse inscripciones como esta: Oliva, ciutat agermanada amb Sisteron (Francia). A su vez, los carteles correspondientes indicaban que Gandía estaba hermanada con Laval (Francia), Ondara con Alviano (Italia), y Dénia con Cholet (Francia), por mostrar solo algunos ejemplos.
Desafortunadamente, también estos carteles fueron desapareciendo con el tiempo, como tantos otros elementos singulares del olvidado patrimonio de las carreteras españolas y de su paisaje. Un tema interesante que trataremos en una próxima ocasión.