Una tarde de Junio tórrida en la provincia de Alicante, me aburría, me había
quedado sin provisiones para la cena y era necesario bajar al súper más
cercano para solventar la situación. Cogí la moto, llené la maleta
trasera o top case de víveres no perecederos y decidí que era un
crimen volver a meterse en casa sin dar una vuelta por las carreteras cercanas. No iba a ciegas,
desde luego. Sabía dónde buscar, aunque al final encontré mucho más, y
más interesante, de lo que esperaba en un principio.
Este hito lo llevaba viendo toda la vida, pero completamente mudo y
descascarillado. Sin embargo, el otro día, me llevé la grata sorpresa de
que había sido restaurado y pintado con la nueva denominación de la
carretera. Meses después, gracias a las investigaciones de mis colaboradores, hemos conseguido averiguar la nomenclatura primitiva a
la que correspondió. Se trataba de la A-P-1323, y se encuentra en Las Rotas (Denia). Es una
carretera local muy corta que muere en el mar. Es curioso que los
caracteres del cajetín estén pintados en negro, en lugar del blanco
preceptivo de los hitos del Plan Peña, pero es que para que destaquen
sobre el amarillo tiene que ser un blanco especial, muy intenso, y
naturalmente a estas alturas de la Historia no se van a complicar la
vida los responsables del asunto. Bastante es que se haya salvado el
hito, porque el del km. 1 ya es metálico, y la carretera termina antes
del km.3. Muy corta, como digo.
Por aquí había ya poco que hacer en cuanto a descubrimientos de
vestigios carreteriles, así es que lo obligado era acercarse hasta la
N-332, muy cerca, en el límite de provincias de Alicante y Valencia, una
frontera que siempre me ha resultado excitante. Hasta hace poco tiempo en este límite existía un cruce muy peligroso
hacia Denia y sus playas regulado por un stop. Pero ese cruce se cobró
tantas vidas que decidieron suprimirlo sobreelevando la N-332 y
estableciendo una rotonda debajo. Como consecuencia de ello quedó sin
servicio un breve tramo de carretera de apenas 100 metros, aunque en
realidad todavía da acceso a alguna finca colindante.
El río Racons, o Molinell, marca el límite entre las dos provincias.
Hace años, entrando desde la de Valencia a la de Alicante se veía un
cartel con una cita del escritor gallego Wenceslao Fernández Flórez: Alicante, la casa de la primavera. Lamentablemente ese cartel ya no
existe, porque este país se vuelve cada vez más prosaico.
Vista del tramo en sentido Alicante, con la silueta prominente del Montgó al fondo:
Y desgraciadamente nos encontramos también con esto:
No sabemos si la víctima, al parecer de nacionalidad alemana, perdió la
vida antes o después de la rectificación del peligroso cruce. Pero lo
cierto es que sobrecoge seguir encontrando estas cosas en la carretera.
Regresamos al municipio de El Verger, primera localidad alicantina que
encontramos en esta carretera viniendo de Valencia. La nacional ha sido
circunvalada, pero el pueblo conserva milagrosamente tres hitos del Plan
Peña en un aceptable estado de conservación y además correlativos.
Corresponden a los primitivos kilómetros 174, 175 y 176 de la N-332,
antes de que se variase su kilometraje, que ya quedaría reflejado en
hitos metálicos.
Dos tomas del 175. Es curioso que ha existido movimiento de tierras en
las cunetas y sin embargo el hito ha sobrevivido, afortunadamente. No es
lo habitual, como tampoco es habitual que lo dejen degradarse sin más,
perdiendo la pintura como consecuencia de los años y de la intemperie.
Otros que todavía sobreviven en esta carretera han sido repintados, pero
borrando la numeración kilométrica y dejando sólo el cajetín con el
rótulo de N-332.
El 174. Este es quizá el que mejor se conserva, y además, al encontrarse
en una amplia zona ajardinada y enterrada su base, pienso que tiene más
probabilidades de sobrevivir definitivamente e incluso de ser
restaurado de pintura, aunque le borren el punto kilométrico. Lo cual es
una lástima, por otra parte, porque lo suyo sería respetar su estado
original, caracteres incluidos, aunque no reflejen el kilometraje real
de la carretera en la actualidad.
Seguí buscando más hitos correlativos, quizá el 173 y sucesivos en orden
descendente, pero la travesía de El Verger a partir de este punto ya se
encontraba completamente urbanizada, con aceras y edificios, y en estas
circunstancias los viejos hitos tienen a desaparecer inexorablemente.
Sin embargo, entre el hito 176 y el 174 todavía encontré cosas dignas de
interés, como veremos a continuación.
Este coche (al parecer, un Rover) se quemó completamente en algún lugar no muy
lejano y lo trajeron a este desguace que existe a la entrada de El
Verger. Todavía no lo han llevado al interior del recinto del desguace,
que es perfectamente visible desde la carretera y cuyo interior
fotografié en alguna ocasión anterior. Para mí no tiene un interés
excesivo, porque todos los vehículos que alberga son bastante modernos, o
por lo menos demasiado contemporáneos. Sin embargo, teniendo en cuenta
que la mayoría de los desguaces a la intemperie han desaparecido, para
convertirse en plantas de reciclado de chatarra completamente asépticas e
invisibles desde el exterior, este de El Verger puede considerarse una
excepción y una singularidad notable.
¿Y qué decir de este reclamo comercial que se encuentra un poco más
adelante? Ocupa todo el arcén y casi invade la propia carretera.
Completamente inadmisible.
Sin embargo es una costumbre en esta zona que los anunciantes de
negocios particulares invadan con su publicidad las vías públicas.
Apenas un kilómetro más allá se ubica el cuartel de la Guardia Civil.
Otra costumbre muy frecuente en El Verger es que los tejados de casas y
edificios exhiban vehículos de todo tipo, bien como reclamo comercial de
sus actividades, en este caso un negocio de motos, o por puro misterio y
abandono, como veremos más adelante.
Sin embargo, nada mejor que este reclamo de la tienda/taller a pie de
carretera. Se trata de una Ural con sidecar muy aparente y vistosa. Una
moto rusa que no puede competir con productos europeos occidentales y
asiáticos mucho más evolucionados. Sólo con detectar los arcaicos frenos
de tambor ya podemos hacernos una idea de las pretensiones de esta
moto. No obstante, en la primera imagen, se puede observar un detalle
gracioso: lleva un anagrama con la hoz y el martillo en la parte
inferior trasera del sidecar. Vamos a recortar la fotografía para que se vea mejor:
Y volvemos a los tejados. Casi saliendo ya de El Verger, nos encontramos
con este Seat 1400 convertido en un acordeón, que es imposible saber
cómo ha llegado ahí arriba. Lo llevo viendo durante varios años y está
claro que alguien lo ha tenido que subir al tejado de porque sí.
Además, el local comercial no tiene nada que ver con actividad de
automoción alguna, pues es, o era, de una empresa de elementos de riego o
similar. Supongo que no existirá ninguna normativa municipal que te
obligue a bajar del tejado de tu casa o negocio un pedazo de chatarra.
¡Hasta ahí podíamos llegar! Y me parece bien. Pero por lo menos
desconcertante no podemos negar que resulta.
Seguimos viaje por la N-332 en dirección Alicante, y la siguiente
localidad que nos encontramos es la de Ondara. Sin ser demasiado
exhaustivo en mi búsqueda de antiguos elementos y sin salirme del
entorno de la carretera encuentro por lo menos dos vestigios muy
interesantes. Este no lo conocía, el segundo sí.
Esta señal de prohibición de señales acústicas es toda una reliquia de
otros tiempos. ¿Tendrá fecha de fabricación por detrás? Cuando me bajo
de la moto para hacerle un par de fotografías e indagar en su reverso
para encontrar una fecha, los peatones que transitan por la calle me
miran alucinados como si se encontrasen ante un extraterrestre. Pero yo a
lo mío, sin inmutarme. No encuentro ninguna fecha, y aparentemente no
la tiene, aunque es difícil saberlo, porque puede encontrarse en la
parte derecha más pegada a la pared. Pero no me atrevo a mover la placa
ligeramente para salir de dudas, porque la gente a lo mejor se hubiera
mosqueado.
Y por último, este cartel direccional que llevo viendo toda la vida en
plena travesía de la N-332 por Ondara (es decir, medio siglo), que
siempre quise fotografiar y que por fin lo conseguí esa tarde de
mediados de Junio de 2014. Aunque mi deseo secreto es llevarme el cartel, por
supuesto, cosa que se antoja demasiado complicada. El edificio está que
se cae a pedazos, pero el cartel resiste y se encuentra a demasiada
altura como para intentar acceder a él. Y además, ¿en dónde diablos
tiene el anclaje a la pared? ¿Por detrás? ¿Pero cómo? Me quedaré con las
ganas de averiguarlo. Como curiosidad chapucera de su colocación
destacar que la punta de flecha sobresale sobre la arista del edificio.
Pero ahí sobrevive, impertérrito, indicando un destino que sigue siendo
correcto aunque ya no se utilice esa carretera (antigua C-3311) para
llegar a Denia ni a sus playas.
Las costas, esas zonas llenas de recuerdos que devuelve el mar. Cuántas cosas hay en ellas que en otros lugares se pierden...
ResponderEliminarEl símbolo de la bocina, el pito, qué me irrito...
Pero...¿Qué moto es ésa, con la que fuiste a por víveres?
Y bajo la luna creciente hay un vehículo cojonudo...Y un mojón para La Moraira :))
Saludos