Este es un relato de ficción. Todos los personajes, los lugares y las situaciones son, por lo tanto, imaginarios, y cualquier parecido con la realidad ha de considerarse como una mera coincidencia. Fue publicado por primera vez en el año 2004 en un foro motorista de internet, y debido a determinados pasajes escabrosos de la narración se hizo necesario aplicarle algún tipo de omisión o censura en alguna de las entregas. Se ofrece ahora íntegro en su versión original en este blog, y por tal motivo hemos de advertir que LA LECTURA DE ESTE RELATO NO ES ADECUADA PARA MENORES DE DIECIOCHO AÑOS.
Un relato de Route 1963
La camarera frunció el ceño y le miró con desconfianza. Después giró sobre sus rodillas y se sentó en el centro la mesa con las piernas abiertas. Los tacones se clavaban ahora en el tablero de madera como si fueran los garfios de un pirata. Sus bragas negras asomaban sin ningún pudor a través de la abertura de la minifalda. Nogueras empezó a marearse.
—¡Vaya —exclamó ella con una media sonrisa—, ahora resulta que el sargento nos ha salido fetichista! ¿O es que tiene usted miedo de mis tacones, Nogueras?
—¿Qué número de sapato calsas? —le dio por preguntar a él, para ganar tiempo y, ya de paso, resolver otra de sus dudas pendientes.
—Un treinta y ocho, ¿por qué?
—Por nada, por nada —respondió el sargento distraídamente, mientras recordaba que ese era por casualidad el número de los zapatos rojos de su mujer, que ahora llevaba debajo del asiento de la moto con la idea peregrina de que, quizá alguna vez, pudiera llegar a calzárselos la propia Mónica.
—Le voy a dar una tercera oportunidad —anunció la chica complaciente mientras se quitaba los zapatos, primero uno, luego otro, y los arrojaba junto al mostrador del bar.