jueves, 22 de junio de 2017

LAS AVENTURAS DEL SARGENTO NOGUERAS Y EL GUARDIA BRIONGOS. (Motoristas de la Guardia Civil de Tráfico). 16ª Entrega


Este es un relato de ficción. Todos los personajes, los lugares y las situaciones son, por lo tanto, imaginarios, y cualquier parecido con la realidad ha de considerarse como una mera coincidencia. Fue publicado por primera vez en el año 2004 en un foro motorista de internet, y debido a determinados pasajes escabrosos de la narración se hizo necesario aplicarle algún tipo de omisión o censura en alguna de las entregas. Se ofrece ahora íntegro en su versión original en este blog, y por tal motivo hemos de advertir que LA LECTURA DE ESTE RELATO NO ES ADECUADA PARA MENORES DE DIECIOCHO AÑOS.



Un relato de Route 1963

La camarera frunció el ceño y le miró con desconfianza. Después giró sobre sus rodillas y se sentó en el centro la mesa con las piernas abiertas. Los tacones se clavaban ahora en el tablero de madera como si fueran los garfios de un pirata. Sus bragas negras asomaban sin ningún pudor a través de la abertura de la minifalda. Nogueras empezó a marearse.

¡Vaya —exclamó ella con una media sonrisa—, ahora resulta que el sargento nos ha salido fetichista! ¿O es que tiene usted miedo de mis tacones, Nogueras?

¿Qué número de sapato calsas? —le dio por preguntar a él, para ganar tiempo y, ya de paso, resolver otra de sus dudas pendientes.

Un treinta y ocho, ¿por qué?

Por nada, por nada —respondió el sargento distraídamente, mientras recordaba que ese era por casualidad el número de los zapatos rojos de su mujer, que ahora llevaba debajo del asiento de la moto con la idea peregrina de que, quizá alguna vez, pudiera llegar a calzárselos la propia Mónica.

Le voy a dar una tercera oportunidad —anunció la chica complaciente mientras se quitaba los zapatos, primero uno, luego otro, y los arrojaba junto al mostrador del bar.

lunes, 5 de junio de 2017

LAS AVENTURAS DEL SARGENTO NOGUERAS Y EL GUARDIA BRIONGOS. (Motoristas de la Guardia Civil de Tráfico). 15ª Entrega


Este es un relato de ficción. Todos los personajes, los lugares y las situaciones son, por lo tanto, imaginarios, y cualquier parecido con la realidad ha de considerarse como una mera coincidencia. Fue publicado por primera vez en el año 2004 en un foro motorista de internet, y debido a determinados pasajes escabrosos de la narración se hizo necesario aplicarle algún tipo de omisión o censura en alguna de las entregas. Se ofrece ahora íntegro en su versión original en este blog, y por tal motivo hemos de advertir que LA LECTURA DE ESTE RELATO NO ES ADECUADA PARA MENORES DE DIECIOCHO AÑOS.



Un relato de Route 1963

Cuando llegó de nuevo al salón del bar se encontró a la camarera barriendo el suelo con un cepillo. Había restos de botellas y vasos rotos por todas partes, líquidos derramados, trozos grasientos de bocadillo, servilletas de papel, palillos de dientes, colillas y huesos de aceituna, entre otras inmundicias de la peor especie.

Mire cómo lo han puesto todo estos cerdos —se quejó la chica.

Nogueras la observó con cierta lástima. Se le hacía injurioso verla allí de pie, en lo alto de sus finos tacones de aguja y pisando aquellos desperdicios repugnantes mientras los iba barriendo con el cepillo hacia un rincón de la sala. Pero lo que le resultaba más chocante al guardia era verla realizar esta tarea precisamente calzada y vestida como iba, con su minifalda verde de tubo y la apretada blusa de seda negra, amén de los provocativos zapatos de tacón, sin lugar a dudas la indumentaria menos apropiada para este menester. Y sin embargo, ni siquiera ocupada en labores tan subalternas como esa, perdía Mónica ni un ápice de su hermosura, coquetería y majestuosidad, antes al contrario, era delicioso contemplar los movimientos de sus brazos y de sus caderas al compás del cepillo, y cuando agitaba la cabeza para retirarse la larga melena rubia de la cara, volcándola hacia atrás con una sacudida enérgica, Nogueras se volvía loco de deseo.