martes, 13 de noviembre de 2012

ASALTOS Y ROBOS A CAMIONES EN MARCHA. Película "Surcos". (España, 1951)


De entre las muchas modalidades de la delincuencia y sus distintas actividades punibles realizadas en el pasado negro de nuestro país, hay varias que tienen una relación muy directa y especial con la carretera, precisamente en unos años y una época -la posguerra- en los que las carreteras españolas estaban devastadas y apenas si soportaban un tránsito mínimo de vehículos, ya que el parque móvil nacional también había resultado considerablemente mermado como consecuencia de la guerra civil. El contrabando y el estraperlo eran los delitos económicos más practicados y conocidos (e incluso consentidos, o por lo menos no lo suficientemente perseguidos por las autoridades, que se beneficiaban indirectamente de ellos, especialmente de este último), y para su práctica eficaz se recurría una y otra vez al típico ingenio y picaresca españolas con el fin de burlar la vigilancia y persecución, por mínimas que fuesen, a que estaban sometidos. Estas actividades delictivas hacían necesario muchas veces modificar, trucar o alterar las características originales de los vehículos a motor para transportar las mercancías clandestinas, sólidas o líquidas, en camiones sobre todo, improvisando en ellos dobles fondos, falsos depósitos de combustible, compartimentos escamoteables en las cajas, cabinas y remolques, y un largo etcétera de trampas y engaños dignos del mejor prestidigitador para poder trapichear con unos cuantos litros de aceite o unos kilos de harina, productos éstos, junto con otros muchos de primera necesidad, sometidos a férreos controles de racionamiento por parte del Estado. Con ser muy interesante este tema y encontrarse relativamente bien documentado en libros y estudios recientes, si bien escasos, no es el objeto de nuestra atención en esta entrada del blog. Tal vez más adelante nos ocupemos de él, pues el asunto lo merece.

En cambio, de lo que vamos a hablar hoy es de otra forma de robo menos ingeniosa y más pedestre que se produjo con cierta frecuencia en aquellos años y que llegó incluso a reflejarse en alguna película, como la relativamente poco conocida para el gran público, Surcos (1951), del director José Antonio Nieves Conde, probablemente una de las mejores producciones cinematográficas españolas de todos los tiempos: los asaltos y robos de mercancía en camiones en marcha. Al margen de la recreación ficticia de estos hechos que ofrece la película, no existe demasiada documentación sobre este tema, o al menos yo no he conseguido encontrarla, con la salvedad de una breve reseña en el diario ABC, curiosamente también con fecha de 1951 (7 de Febrero), en donde se informa de la detención de una banda de ladrones de camiones en Lérida, cuyo modus operandi coincide exactamente con el desarrollado por los personajes de Surcos.


Cabe preguntarse ahora si fueron los delincuentes reales quienes se inspiraron en la película a la hora de planear sus delitos, o bien fueron los guionistas de ésta quienes se basaron en las andanzas de aquéllos para recrear los asaltos y robos a camiones que aparecen en algunas escenas del filme. Pues parece ser que ni una cosa ni otra, porque los hechos reales y los ficticios se solapan en el tiempo, son casi simultáneos, lo que nos lleva a la conclusión de que estas prácticas delictivas venían realizándose ya desde tiempo atrás, probablemente desde el mismo final de la guerra.

Con nocturnidad y alevosía, aprovechando la oscuridad, bandas de delincuentes organizados se apostaban en las cunetas de las carreteras españolas a la espera del paso de los camiones, que en aquella época solían viajar juntos en convoy. Por lo que se insinúa en la película, estas bandas tenían sus informadores en los puntos de origen de los convoyes, de modo que sabían cuándo y cuántos camiones salían, cuándo iban a llegar a destino y cuál era la mercancía transportada. Para perpetrar los robos elegían zonas de las carreteras con pronunciadas subidas o repechos, en donde los camiones cargados, ya muy lentos de por sí, debían reducir aún más su velocidad. Después, varios hombres corrían y se encaramaban a las cajas de los vehículos sin ser vistos y arrojaban las mercancías a la calzada, en donde sus compinches las iban retirando. Bastaban unos pocos sacos de trigo o unos bidones de aceite sustraidos de cada camión para que el negocio fuera rentable. Estraperlistas y mafiosos de todo pelaje se encargaban luego de colocar esas mercancías en el mercado negro obteniendo sustanciosos beneficios, mientras las autoridades, como se ha dicho antes, a menudo solían hacer la vista gorda, pues no sólo se beneficiaban también de tales prácticas a título individual, sino que además eran conscientes de que este comercio ilícito constituía con frecuencia el único sistema para evitar el desabastecimiento de bienes de primera necesidad que el Estado era incapaz de garantizar, aunque fuese a precios prohibitivos para la mayoría de la población.


Los asaltos a camiones no constituyen el eje narrativo central de la película Surcos (cuyo título original iba a ser Surcos sobre el asfalto), sino que son una pieza más del preciso engranaje estructural de la película, pero le aportan a la misma, por una parte, una acertada dosis de acción y violencia muy en consonancia con el gusto por el cine negro, de evidente inspiración norteamericana, y por otra representan un nítido reflejo del neorralismo italiano, tendencias cinematográficas ambas muy en boga en aquella época. Un elenco de artistas de primera fila, constantes pinceladas costumbristas, bien urdidos retazos de desgarrada denuncia social y una indisimulada crítica del sistema y de las miserables condiciones de vida imperantes, que a duras penas pudieron superar la brutal censura franquista, le aportan el genuino toque nacional a esta película, a decir de los expertos toda una obra maestra del cine clásico español, y en mi opinión sin duda la mejor de su repertorio.


Para ilustrar este reportaje he realizado un breve video con una recopilación de todas las escenas de asaltos a camiones que aparecen en la película.



 
   
Una película española imprescindible, en resumen, para poder comprender aquella terrible realidad de la posguerra y las dificultades cotidianas que exigía la supervivencia a nuestros sufridos antepasados. Cine de muchos quilates y en estado puro.