lunes, 30 de abril de 2018

LA LEYENDA DEL CASCABEL




LA LEYENDA DEL CASCABEL

Hace muchos años, en una noche fría de diciembre, un viejo motorista volvía de un viaje a los Picos de Europa con sus alforjas llenas de juguetes y otras baratijas que había comprado para los niños de su pueblo. Mientras rodaba aquella noche, pensaba cuan afortunado era él en ese momento de su vida, teniendo un socio cariñoso como su moto, que entendía su necesidad de vagar por las carreteras y que nunca lo había dejado tirado en los muchos años en los que habían compartido camino juntos.

Entre las curvas del Desfiladero de la Hermida estaban al acecho un grupo de pequeños critters, conocidos como Gremlins del Camino. Sabes que existen obstáculos en la carretera, tales como piedras, palos y pedazos de viejos neumáticos, y también clavos de esos tan temidos por los motoristas, y tantos otros objetos que influyen en el rodar de una moto, y así los Gremlins del Camino los aprovechan para tener una ocasión de regocijo sobre sus actos del mal. Así pues, este motorista entró en una curva a la luz de la luna, y los Gremlins lo emboscaron, haciéndolo caer al asfalto, y en el resbalón una de sus alforjas se rompió. Yacía en el suelo incapaz de moverse, cuando los Gremlins del Camino se acercaron a él. Este motorista no estaba dispuesto a entregarse y comenzó a lanzarles los objetos que llevaba en sus alforjas, mientras los Gremlins seguían acercándose. Finalmente se quedó sin nada que lanzar, pero tenía unos cascabeles y los hizo sonar con la esperanza de asustar a estos malvados seres que le acosaban. A un kilómetro, acampados en el meandro de un río, había dos motoristas sentados alrededor de una hoguera que charlaban acerca del paseo de ese día, del cocido lebaniego que habían comido, de la libertad que sentían cuando el aire puro azotaba sus rostros mientras recorrían aquellas carreteras montañosas. En el silencio de la noche escucharon un sonido parecido al de las campanas de una iglesia, y dispuestos a investigar caminaron hacia el lugar de donde provenía el sonido. Así encontraron al viejo motorista tirado al borde de la carretera y con los Gremlins dispuestos a raptarlo. Con su presencia consiguieron ahuyentarlos a todos, y el viejo motorista no pudo por menos que mostrarles su inmenso agradecimiento, y para ello cortó dos tiras de cuero de sus alforjas y les ató un cascabel a cada una. Después las colocó en las motocicletas de sus salvadores, tan cerca del suelo como le fue posible. Llevando estos cascabeles en vuestras motos —les dijo— estaréis protegidos contra los Gremlins del Camino, y siempre que os veáis en un apuro haced sonad el cascabel y un compañero motorista acudirá en vuestra ayuda.

Así que, cuando veas a un motorista con un cascabel, ya sabes que es un regalo bendecido por la camaradería y amistad de otro motorista, compañero de ruta.