domingo, 13 de noviembre de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 14ª Entrega




Un relato de Route 1963



Pero él no pareció escucharme porque, absorto como estaba en la contemplación de aquella masacre, descendió unos metros por el terraplén y se dedicó a iluminar uno por uno con la linterna todos los cadáveres que teníamos a la vista con una aplicación casi judicial, como si pretendiera identificarlos, descubrir la causa de su muerte o encontrar entre ellos a alguien conocido. Esta operación le llevó unos minutos que a mí se me hicieron interminables, y cuando regresó por fin traía el rostro descompuesto y la mirada tan perdida como deben de tenerla quienes vuelven de una visita al infierno.

Esta noche Caín el maldito se ha paseado por aquí a sus anchas —fue todo lo que se le ocurrió decir.

¿Conoces a alguno?

No he podido verles la cara a todos. No me atrevo a moverlos, pero creo que no conozco a ninguno. Hay tres mujeres. Lo de siempre: un tiro en la nuca.

¿Y a qué esperamos para marcharnos? ¿Es que nos vamos a quedar aquí toda la noche para que nos pase lo mismo que a esos infelices?

Tengo una pistola —me soltó Juan de repente.

¿Una pistola? ¿De dónde la has sacado?

domingo, 6 de noviembre de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 13ª Entrega




Un relato de Route 1963



Bájate de la moto muy despacio y levanta las manos para que vean que vamos desarmados —me ordenó Juan.

Eso hice, y estuve a punto de perder el equilibrio y caerme al suelo. Mi hermano se bajó también, colocó la moto en el caballete y levantó las manos. Y entonces ocurrió algo increíble: el auto arrancó de improviso y sin encender los faros pegó un acelerón precipitado para marcharse camino abajo a toda velocidad levantando una espesa polvareda. Ni siquiera tuvimos tiempo de ver cuántos ocupantes llevaba el vehículo. Juan respiró profundamente aliviado.

Lo sabía —dijo.

¿El qué?

Que iba a pasar esto. Alguien tenía que tomar la iniciativa y facilitarle las cosas al otro. De lo contrario nos habríamos podido pasar aquí toda la noche sin que nadie se atreviera a moverse.

Sí, pero menudo susto. ¿Quién iría en ese auto? —pregunté con viva curiosidad.

domingo, 30 de octubre de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 12ª Entrega




Un relato de Route 1963



Eran las cero horas del sábado 1 de agosto de 1936 cuando llegamos a los bosques de la Dehesa de la Villa. Para nuestra desgracia tampoco era este un paraje especialmente seguro. Casi todas las mañanas aparecían entre los árboles decenas de cadáveres de civiles tiroteados. A veces los asesinaban en el lugar, otras los traían ya muertos sus verdugos en camionetas o en autos particulares y los abandonaban sobre el terreno sin darles sepultura. Pero en todo caso era mejor esconderse aquí que seguir dando vueltas por las calles expuestos a cualquier percance. Mientras subíamos por un camino de tierra que se adentraba en lo más espeso de la fronda yo caí en la ilusión óptica de ver cuerpos abatidos y cañones de fusiles que nos apuntaban en donde tal vez sólo había sombras y siluetas naturales. Las pistonadas del motor bicilíndrico de la Brough Superior sonaban acompasadas en el silencio de la noche, apenas respondidas por el canto de los grillos y el rumor del agua de alguna fuente que manaba en la oscuridad. El olor de las plantas y el frescor grato del bosque nos hicieron sentir de improviso un bienestar largo tiempo olvidado después de tantas privaciones y riesgos, y fue entonces, y sólo entonces, cuando por primera vez empecé a creer que podríamos escapar y salvarnos, pero mi esperanza duró apenas unos minutos, hasta que nos encontramos con los faros deslumbrantes de un automóvil que bajaba en dirección contraria.

domingo, 23 de octubre de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 11ª Entrega




Un relato de Route 1963



Me puse en cuclillas en un rincón y me bajé los pantalones y los calzoncillos torpemente. En mi vida había sentido un miedo y una humillación semejantes. Tampoco había imaginado nunca que yo pudiera llegar a ser tan cobarde. Pero lo era, y esto ya no tenía remedio.

Como no nos marchemos ahora mismo, no te lo perdonaré en la vida, Mariano.

Desde la oscuridad del portal podía ver su silueta nítida recortándose contra el resplandor de las luces de la calle. Mi hermano Juan deambulaba impaciente de un lado a otro de la entrada con las manos en los bolsillos de los pantalones sin perder de vista ni un instante el bar en donde estaban reunidos los milicianos. Ambos sabíamos que en cualquier momento podrían salir al exterior y montarse en sus vehículos, y cuando eso sucediera todas nuestras oportunidades de huir a Valencia esa noche se habrían desvanecido para siempre. No habíamos llegado tan lejos sorteando tantos peligros como para rendirnos ahora, en el último minuto. En eso Juan llevaba razón, y probablemente de no ser por mi inoportuna cobardía que me tenía ahora miserablemente indispuesto y humillado en aquel portal, ya llevaríamos un rato a bordo de la inglesita escapando de una muerte segura.

¿Has terminado ya? ¿Te falta mucho? —me preguntó con angustia.

—musité—, pero no tengo con qué limpiarme.

Ahora vengo —dijo, y salió del portal.

domingo, 16 de octubre de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 10ª Entrega




Un relato de Route 1963



Tú déjame a mí —me susurró Juan con un tono de preocupación—. Creo que podremos salir también de esta.

¡A ver, documentación! —pidió el otro guardia.

Buenas noches —saludó mi hermano mientras sacaba nuestras documentaciones falsas de un bolsillo exterior de la mochila y se las entregaba a los agentes.

Los guardias miraron los papeles con cierto detenimiento profesional. Sobre todo los dos carnets oficiales de la CNT. Si por algún motivo no les convencían nuestras identidades y nos llevaban detenidos para hacer averiguaciones posteriores, podíamos darlo todo por perdido. A decir verdad, mientras no consiguiéramos salir de Madrid con cada minuto transcurrido menguaban notablemente las probabilidades que teníamos de ponernos a salvo. Uno de los guardias nos observó entonces de arriba abajo con exagerada curiosidad, tal vez oliendo nuestro miedo, porque, al igual que la gasolina que transportábamos, ese miedo que nos dominaba en cuerpo y alma también podía olerse.

viernes, 7 de octubre de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 9ª Entrega




Un relato de Route 1963



Sintiendo en la nuca el aliento homicida de nuestros perseguidores bajamos hasta el andén del Metro sin dejar de correr. Ni siquiera nos detuvimos en la taquilla para sacar los billetes. La empleada que los despachaba salió de su garita de cristal y nos gritó:

¡Eh, vosotros, volved aquí! ¡Tenéis que pagar!

Naturalmente no volvimos ni se nos pasó por la cabeza hacerlo. En cambio, para no empeorar aún más las cosas, mi hermano buscó en los bolsillos de los pantalones, sacó una moneda y se la arrojó a la mujer sin ningún miramiento. Esta se agachó para recogerla de muy mala gana.

¡Hay que ver, qué poca vergüenza! —dijo volviendo a su garita.

En el andén de la estación de Chamberí, solitario a esas horas de la noche, todavía con la respiración fatigosa por el esfuerzo de la huida, Juan me advirtió:

Estate preparado, porque lo mismo tenemos que salir arreando por el túnel en cuanto aparezcan esos.

martes, 20 de septiembre de 2016

ANTIGUAS CARRETERAS COMARCALES DE ESPAÑA




Lista completa de todas las antiguas carreteras comarcales de España


En ocasiones, a los aficionados de la carretera como nosotros nos interesa averiguar la historia de algunas carreteras españolas en concreto, y algunos de los aspectos que queremos hallar son qué denominación o clave tuvo esa carretera antes de tener la actual, por dónde pasaba, etc. Pero hoy en día, a cualquier aficionado que le interese el tema y no disponga de mapas antiguos u otro material similar le puede resultar complicado determinar las claves y el trazado de las carreteras comarcales (incluso a nosotros nos ha costado alguna vez), debido a que han pasado décadas desde que esta categoría de carretera y sus claves desaparecieron, siendo sustituidas por otras claves tanto de carreteras nacionales como autonómicas y provinciales.

Por ello, nos ha parecido conveniente recopilar en un solo lugar y de forma organizada y veraz toda la información posible acerca de estas antiguas carreteras, poniéndolas a disposición de cualquier persona que desee obtener cualquier dato de estas carreteras.

No solo incluimos la lista completa, sino que proporcionamos además una explicación acerca de qué eran estas carreteras, cuando surgieron y cuáles eran las reglas que regían su numeración.



jueves, 1 de septiembre de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 8ª Entrega




Un relato de Route 1963



A las once menos cuarto de la noche llegamos a la Glorieta de Cuatro Caminos. Mi hermano Juan había decidido tomarse un margen de tiempo para analizar el terreno antes de proceder con la operación en sí, como él la denominaba, y que no consistía sino en arrebatarles por sorpresa a los milicianos la Brough Superior y salir huyendo a toda prisa en dirección a la carretera de Valencia. Sin embargo no entraba en nuestros planes el llegar a este lugar con tanta antelación, circunstancia que nos exponía en exceso a un riesgo innecesario, pero no tuvimos mejor alternativa, porque a última hora las cosas se nos complicaron peligrosamente en la pensión, hasta el punto de que llegamos a temer que no saldríamos vivos de ella.

La tarde había sido larga y tensa en nuestra habitación, sofocados de calor y mareados con los vapores emanados de la pintura negra empleada en la confección de las tres placas de matrícula falsas con las que pretendíamos camuflar la verdadera identidad de la inglesita. Y es que en su origen, según me explicó Juan mientras dibujaba con esmero los caracteres de las placas apoyando los antebrazos en la mesilla de noche, aquella motocicleta llevaba matrícula de San Sebastián y pertenecía a un aristócrata vasco en viaje de placer hacia Cádiz, toda una aventura sólo adecuada para chalados ociosos dispuestos a padecer calamidades en las deficientes carreteras españolas de la época. A la altura del puerto de Somosierra, en la entonces denominada carretera de Irún, el hombre había partido una biela, viéndose obligado a continuar hasta Madrid con la moto remolcada en un camión, y así es como la Brough Superior llegó al taller de mi hermano unos días antes de estallar la guerra. A la espera de la oportuna reparación del motor que le permitiese continuar su viaje hasta Cádiz, el desahogado aristócrata había tomado alojamiento en uno de los mejores hoteles de la capital, en donde no fue posible localizarle después del 18 de julio, cuando ya tenía la moto reparada. Nadie supo dar razón de su persona, ni dentro ni fuera del hotel. Si no le habían asesinado, probablemente habría huido precipitadamente sin dejar el menor rastro, así es que la inglesita quedó aparcada en un rincón del taller cogiendo polvo, y fue en ese momento cuando Juan tuvo la idea de tomarla prestada para marcharnos a Valencia. El resto de la historia es conocido: milicianos armados irrumpieron un día en el taller, mataron a uno de los operarios, requisaron la moto junto con otros vehículos y después incendiaron el local.

domingo, 28 de agosto de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 7ª Entrega




Un relato de Route 1963



Salimos del bar y nos separamos cada uno por su lado. Juan se marchó a encontrarse con alguno de sus contactos, con la esperanza de que pudieran darle razón de los papeles de la moto y facilitarle algo de gasolina para nuestra huida. Yo, por mi parte, me fui al banco a tratar de recuperar el dinero que teníamos ahorrado, que no era mucho ciertamente y menos aún habría de ser el que conseguí, porque los tiempos estaban tan revueltos que cualquiera que se atreviese a dejar en blanco su cuenta podía ser tomado por sospechoso enseguida, de modo que no me arriesgué y tuve que conformarme con solicitar una cantidad muy modesta para pasar desapercibido. Después, harto de caminar bajo el sol de julio por las calles de aquel Madrid tórrido y agitado, me marché a la pensión, me metí en la cama y me dormí, a pesar de que sólo era mediodía.

Dos horas después me despertó un intenso olor a gasolina. Abrí los ojos y vi a mi hermano sentado al borde de su cama.

Vámonos a comer, haragán —me dijo—. ¿Habrás sacado el dinero, no?

Sólo un poco —respondí—. Ya sabes, por aquello de la discreción.

Nos apañaremos, no te preocupes. A mí me ha ido muy bien. Ya tenemos todo lo que necesitábamos. Estoy ansioso porque lleguen las doce de la noche.

¿Has conseguido...?

Todo, todo —me interrumpió—. La documentación de la inglesita, las placas de matrícula, pintura negra, un pincel y algo de gasolina. Hay que esconderlo todo muy bien no vaya a ser que a última hora nos chafen la fiesta.

jueves, 25 de agosto de 2016

LA RED DE ITINERARIOS ASFÁLTICOS (REDIA)


Un artículo de Tarik Bermejo


Desde su puesta en marcha en 1967, mucho se ha hablado del programa de carreteras conocido como Red de Itinerarios Asfálticos (REDIA). Hagamos un poco de historia: el programa se puso en marcha en enero de 1967, contemplándose una actuación sobre los 5.000 kilómetros con mayor volumen de tráfico de la red (del total de los 80.000 kilómetros en cifras redondas que pertenecían a la red del Estado), excluidos los tramos urbanos y periurbanos, en donde las actuaciones estaban recogidas en los programas de Redes Arteriales.

Este programa se puso en marcha estando vigente el Plan de carreteras de 1961. Este plan, también conocido como «Plan Vigón», por ser Jorge Vigón el ministro de Obras Públicas que lo aprobó, tenía una vigencia de dieciséis años, hasta 1977, contando con una dotación presupuestaria muy importante para su época (177.000 millones de pesetas). Sin embargo en este plan no se establecieron prioridades en las actuaciones más allá de los primeros años, ni tampoco seguimiento de las actuaciones, y lo que fue determinante, no se planteó la revisión del plan en caso de que las variables básicas no resultaran acertadas, principalmente el crecimiento del tráfico. A este respecto, el crecimiento del parque automovilístico en esos años fue espectacular, con cifras de crecimiento superiores al 10%, alcanzando un máximo en 1966 superior al 30%.

Ni este programa, ni las primeras concesiones de autopistas de peaje, fueron aprobadas en las Cortes, condición que era exigida por la entonces vigente Ley de Carreteras de 1877, a pesar de suponer un planteamiento ambicioso en la red de carreteras.

jueves, 18 de agosto de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 6ª Entrega




Un relato de Route 1963



El viernes 31 de julio a las seis de la mañana unos golpes bruscos en la puerta de la habitación nos despertaron con gran sobresalto. Llevábamos ya varias noches durmiendo con un ojo abierto y otro cerrado, pero este fue uno de los peores despertares que recuerdo, porque no pude evitar el pensar que por fin venían a matarnos, y no es agradable comenzar un nuevo día sabiendo que ha de ser el último. La voz tranquilizadora de la señora Engracia al otro lado de la puerta nos devolvió cierta serenidad, aunque no toda la que hubiésemos deseado. Salvo que ocurriese algo grave, esta buena mujer no acostumbraba a despertar a sus huéspedes tan temprano y con semejante alarma.

No se me asusten los señoritos, que soy yo —oímos que decía—. Le llaman por teléfono, señorito Juan. Dicen que es muy importante.

¿Una conferencia desde Valencia? —preguntó mi hermano levantándose de la cama con un gesto de preocupación.

No lo sé, señorito. Es un hombre, y necesita hablar con usté urgentemente.

¿Hay alguien con usted ahí fuera?

¡Huy, hijo mío, quién va a haber! Estoy sola, pierda cuidado.

Gracias, doña Engracia. Dígale que voy enseguida.

martes, 9 de agosto de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 5ª Entrega




Un relato de Route 1963



En los días inmediatos que siguieron al levantamiento militar del 18 de julio de 1936, Madrid, que entonces contaba con una población de un millón de habitantes, probablemente se convirtió en la ciudad más peligrosa del mundo. Se producían graves accidentes de tráfico cada pocas horas. Partidas incontroladas de individuos de diferentes facciones se perseguían a toda velocidad por las calles a bordo de automóviles requisados antes de enzarzarse en espectaculares tiroteos que sembraban las aceras de cadáveres ante el horror mudo de los viandantes. Por las noches esas mismas partidas armadas asaltaban los domicilios particulares de quienes consideraban enemigos de su causa —a menudo sin prueba alguna— y se incautaban de todo tipo de bienes para llevarse después a los inquilinos, que aparecían de madrugada con un disparo en la cabeza en los descampados del extrarradio o en las cunetas de las carreteras. Pero no toda la violencia que sacudía Madrid en aquellos días desesperados tenía un origen político. Sanguinarias bandas de simples delincuentes comunes aprovechaban la terrible confusión del momento para requisar automóviles en los que se movían con total impunidad por la ciudad robando y asesinando a mansalva. Respetables ciudadanos que jamás habían manejado un arma de fuego, viéndose de repente armados por unas autoridades que habían perdido todo el control de la situación, decidían resolver a tiros antiguas rencillas de cualquier índole con vecinos, familiares o jefes, a sabiendas de que nunca se investigarían estos crímenes. Sin orden ni Ley, el odio, la venganza y el caos habían tomado Madrid tres años antes de que lo tomasen los militares sublevados.

miércoles, 3 de agosto de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 4ª Entrega




Un relato de Route 1963



Ese día, lunes 20 de julio, me quedé involuntariamente dormido y me levanté muy tarde. Había tenido intención de acudir a mi trabajo pero, como comprobé más adelante y tal y como había vaticinado Juan, mis jefes del bufete de abogados, gente de derechas —de orden, como se los denominaba entonces—, también habían huido sin dejar rastro. Fue el vecino de la habitación contigua quien me encontró, cerca del mediodía, vagando por los pasillos de la pensión en busca de la señora Engracia para que ordenase a las sirvientas que me preparasen un desayuno.

¡Qué bien vive el señorito! —me dijo con sorna—. Supongo que estarás al tanto de lo sucedido.

¿Al tanto de qué? —le respondí, frotándome los ojos aún soñolientos.

De lo del Cuartel de la Montaña —me explicó sin disimular su entusiasmo—. Hemos pisoteado a los fascistas como si fueran cucarachas. El alzamiento ha fracasado en Madrid, y en dos días estarán sometidos en el resto de España, ya lo verás.

Sí, eso es lo que yo creo —respondí con cierta indiferencia—, pero lo que necesito ahora es desayunar.

Mi vecino de habitación me lanzó una mirada retadora. Vi odio en sus ojos. Probablemente el mismo odio que había brillado en los ojos de los milicianos esa mañana, mientras asaltaban el Cuartel de la Montaña entre gritos y disparos de fusil.

jueves, 28 de julio de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO (1 de agosto de 1936). 3ª Entrega




Un relato de Route 1963



Amparo Signes era el nombre de la señorita valenciana con la que mi hermano llevaba un tiempo carteándose. En los años treinta estaba muy extendida la costumbre de que las parejas se conociesen a través de los anuncios en prensa que bastantes muchachas casaderas publicaban con fines exclusivamente matrimoniales. Seguramente no entraba en los cálculos de Juan el casarse todavía, y menos con una desconocida que vivía en otra ciudad, pero lo cierto es que, por unas u otras razones, aquella mujer valenciana parecía haberle interesado demasiado, hasta el punto de que superada una primera fase de relación epistolar ya se habían intercambiado fotografías personales por correo e incluso, todavía sin conocerse, hablaban por teléfono con relativa frecuencia. Aún recuerdo a la señora Engracia, habitualmente a la hora de la siesta, tocando en la puerta de nuestra habitación y diciendo:

Señorito Juan, apúrese, que tiene usté al teléfono una conferencia desde Valencia.

Y entonces Juan saltaba de la cama y en pijama salía a los largos corredores de la pensión en busca de aquel teléfono negro en el que siempre se estaban recibiendo conferencias desde algún lugar de España. Cuando las conversaciones se prolongaban más allá de lo que aconsejaba la urbanidad y algún otro huésped deseaba utilizar el teléfono, bien porque necesitase hacer una llamada, bien porque esperase recibirla —y más si era una conferencia—, se producían ruidosos altercados que perturbaban la tranquilidad del establecimiento y fomentaban no pocas enemistades entre sus clientes. Mi hermano Juan, que tenía la fea costumbre de acaparar en exceso el teléfono en sus dulces coloquios con la señorita valenciana, ya había discutido airadamente con todos los demás huéspedes por este motivo.

viernes, 22 de julio de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO (1 de agosto de 1936). 2ª Entrega




Un relato de Route 1963



Cuando se produjo la sublevación militar del 18 de julio de 1936, mi hermano Juan y yo ya llevábamos un par de años residiendo en Madrid. El trabajaba como jefe de mecánicos en un taller de reparación de automóviles —o de autos, como se los denominaba popularmente entonces— del barrio de Salamanca, la zona más noble y pudiente de la ciudad, mientras que yo estaba empleado como pasante en un prestigioso bufete de abogados de la Gran Vía a la espera de concluir la carrera de Derecho, de la que aún me faltaban tres años, para establecerme por cuenta propia. Nunca conseguí terminarla. En comparación con las gentes del entorno y estatus social que nos correspondía, es decir, clase media baja emparentada con el proletariado, bien podíamos considerarnos en cierto modo privilegiados. En una sociedad tan clasista como la española de los años treinta nosotros representábamos a una simbólica élite de parias que todavía comía caliente a diario y que, mal que bien, conseguía llegar a fin de mes, muy probablemente favorecidos por el hecho de que nuestros trabajos eran relativamente estables, estábamos ambos solteros y no teníamos familias que mantener. Por si eso podía servirnos de consuelo, éramos los menos parias de entre los parias, no obstante lo cual nuestros salarios eran bajos y los cobrábamos tarde y mal, en consonancia con los penosos tiempos que corrían en todo el país para la clase trabajadora.

lunes, 18 de julio de 2016

AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO (1 de agosto de 1936). 1ª Entrega



Un relato de Route 1963


PREÁMBULO

Hace ahora diez años, en julio de 2006, coincidiendo con el 70 aniversario del estallido de la guerra civil española, comencé a escribir un relato por entregas ambientado en aquellos trágicos días. Dichas entregas se publicaron en internet, concretamente en el foro de la AMM (Asociación Mutua Motera), durante varias semanas, con gran éxito e interés del público, ya que el argumento central de la historia trataba de la huida en moto por carretera de dos hermanos en los primeros días de la guerra.

Fui escribiendo las diferentes entregas del relato a medida que las iba subiendo al foro, de modo que podía ir jugando con la trama y la deriva de la historia según fueran mis necesidades en función de la intriga y de las reacciones que la misma provocaba en los lectores. A semejanza de las telenovelas, cada capítulo o entrega publicada dejaba siempre abierta la posibilidad de un desenlace incierto e imprevisible para la siguiente, con la consabida acumulación de frenéticas peripecias, aventuras y conflictos irresueltos en el tránsito narrativo de los personajes y en el desarrollo del propio relato. Un relato que, por describirlo en términos coloquiales, enganchaba casi como una droga a todo tipo de lectores desde los primeros párrafos, y muchos eran capaces de permanecer despiertos hasta altas horas de la madrugada (que era cuando yo publicaba en el foro cada entrega) acuciados por la necesidad de leer cada nuevo episodio antes de irse a la cama. No les servía de mucho consuelo, porque a una intriga resuelta le sucedía otra intriga sin resolver, una madrugada sí y otra también, y durante varias semanas, como queda descrito.

viernes, 15 de julio de 2016

N-330 (ALICANTE-ALMANSA): «CONEXIÓN AL CENTRO»


«N-330, conexión al Centro: historia y vestigios de la N-330, tramo Alicante-Almansa»
Un trabajo académico a cargo de Rubén Abad Ortiz y José Vicente Garberí Buitrón para la Universidad de Alicante


ÍNDICE DE CONTENIDOS:

     5.1. Villena
     5.2. Elda



RESUMEN

El objetivo principal del presente documento consiste en la realización de un estudio sobre el tramo de la N-330 en el tramo que conecta las ciudades de Almansa y Alicante. Se espera que este documento sea un testimonio de la evolución que ha experimentado el Corredor Alicante-Almansa a lo largo del tiempo, una evolución que corre peligro de ser olvidada en las fauces del tiempo como víctima de la construcción y planificación moderna de infraestructuras. Es por ello que este trabajo pretende poner en valor su implicación como uno de los principales elementos de crecimiento urbanístico, económico e industrial de la provincia de Alicante.

Palabras clave: N-330, historia, patrimonio, conservación

jueves, 9 de junio de 2016

LOS HITOS KILOMÉTRICOS DE NUEVOS MINISTERIOS (MADRID)



En el madrileño parque de Nuevos Ministerios, situado junto al Paseo de la Castellana en el distrito de Chamberí, y donde se ubican los ministerios de Fomento y Empleo y Seguridad Social, se encuentra una pequeña zona donde se han reunido un conjunto de hitos kilométricos de distintas épocas, desde los pétreos más antiguos hasta los metálicos más modernos, pasando por los años intermedios del llamado «Plan Peña». Además, en el centro de este lugar se conserva también, y en buen estado, una vetusta máquina apisonadora. Un lugar y una visita que, sin lugar a dudas, creemos que serán apreciados por los amantes de la carretera, su historia y sus elementos y vestigios.

Unos meses antes de la publicación de este artículo, descubrimos navegando por Internet este lugar por casualidad, del que no teníamos constancia. Una vez averiguamos dónde se encontraba, decidimos dejarnos caer por allí, cámara en mano, para documentar, enseñar y disfrutar de este pequeño museo al aire libre.

Justo a la entrada de la zona donde se encuentran los hitos, esta placa recibe al visitante, informando acerca de la antigüedad de los hitos que se exhiben. Si se encuentra en lo cierto, podremos ver hitos vigentes desde la década de 1930.


sábado, 14 de mayo de 2016

IV TROFEO VESPA "LAS 20 PROVINCIAS" (1961)




La Vespa (avispa, en italiano), es el escúter más célebre de todos los tiempos y el vehículo de dos ruedas más popular de la Europa de la posguerra, una popularidad extendida e incrementada en los decenios siguientes hasta alcanzar la categoría de icono cultural universal, trascendiendo así su modesta identidad de vehículo utilitario, humilde y proletario. Nacida en Italia en el año 1946, llegaría a España pocos años después para convertirse en un elemento imprescindible de la motorización nacional, anticipándose a la verdadera revolución desarrollista que supondría la fabricación del Seat 600, también de origen italiano. Como italiana era la Lambretta, otro escúter emblemático de la época que tuvo enorme aceptación en nuestro país, aunque  no alcanzó el éxito y la reputación superlativos de la Vespa.

Pero en todo caso estamos hablando de unos vehículos concebidos fundamentalmente para una utilización urbana y que, sin embargo, fueron capaces de trascender también ese ámbito limitado para afrontar el reto de los viajes por carretera e incluso aventurarse en veleidades deportivas que a priori habría podido parecer que estaban fuera de su alcance. Pero nada más lejos de la realidad, porque el ser humano, siempre ávido de emociones fuertes —y pocas emociones más fuertes que el riesgo de la velocidad—, nunca ha desdeñado la posibilidad de competir con sus semejantes manejando los diferentes vehículos (con motor o sin él) de los que ha dispuesto en cada momento concreto de la Historia.



viernes, 29 de abril de 2016

COSTA BLANCA (Alicante). Año 1958. Filmoteca Española.



Seguimos descubriendo verdaderas joyas documentales de la historia contemporánea de España relacionadas con la carretera en los archivos públicos digitalizados de la Filmoteca Española. En este caso el hallazgo no es nuestro, sino de uno de nuestros seguidores de la página de Facebook EN LA CARRETERA, pero tanto da. Lo interesante es encontrar estos reportajes entre cientos de ellos y divulgar el descubrimiento para que pueda ser disfrutado colectivamente. Y además, en esta ocasión, semejante hallazgo nos resulta especialmente oportuno para elaborar sin demasiados quebraderos de cabeza la correspondiente entrada mensual del blog.

Tampoco se complicaron excesivamente la vida los realizadores del reportaje. Apenas diez minutos de película en color y un guión muy sencillo para mostrarnos rápidamente los lugares más emblemáticos de la Costa Blanca alicantina, cuando todavía no había sucumbido al furor destructivo del turismo, que en los años siguientes transformaría para siempre, y a peor, la fisonomía de la zona.

Dos señoritas supuestamente francesas (pero que en realidad son españolas, como se lee en los créditos previos de la película) recorren esta franja de la costa mediterránea a bordo de un Renault 4-4 con matrícula igualmente francesa (aunque con toda seguridad falsa, o por lo menos imaginaria), y partiendo de Oliva (Valencia) van haciendo diversas escalas en Denia (y erróneamente dicen que esta población guarda restos celtas y romanos, cuando en realidad son fenicios y romanos), Jávea/Xàbia, Cabo de la Nao/Cap de la Nau, Moraira, Calpe/Calp, Castell de Guadalest (pintoresca localidad del interior), Altea, Villajoyosa/La Vila Joiosa, Benidorm, Playa de San Juan/Sant Joan, Alicante/Alacant, y Elche/Elx, cuya visita al célebre Palmeral da por finalizado su viaje y el reportaje, dando a entender que regresan a Francia en su simpático Renault 4-4 de matrícula falsa (o por lo menos imaginaria). 




Pero a pesar de su sencillez, e incluso candidez -o precisamente por ello-, muy del gusto de la época, este reportaje resulta delicioso y evocador, y casi sesenta años después nos permite comprobar qué poco queda de aquel territorio, entonces casi virgen, y hoy absolutamente devastado e irreconocible por culpa de los desmanes urbanísticos del turismo. No hemos podido resistir la tentación de descargar el reportaje y subirlo a Youtube para poder ofrecerlo por aquí. Que lo disfrutéis al menos tanto como lo hemos disfrutado nosotros.






lunes, 28 de marzo de 2016

LA ESPAÑA DE LOS AÑOS 60 EN VIDEOS ALEMANES




En los años 60, ciudadanos alemanes en viaje de negocios o de turismo por España, grabaron algunas cortas secuencias de película (seguramente en formato Súper 8) con sus tomavistas, que así es como se denominaban entonces estas máquinas antecesoras de las actuales videocámaras. Tal vez no fueran necesariamente personas de nacionalidad alemana, pero al menos estos fragmentos de película los hemos encontrado por casualidad, entre otros miles de ellos de distintas épocas y países del mundo, en una web alemana que los ofrece al nada módico precio de 53 euros la unidad, aunque en la mayoría de los casos estas grabaciones tengan una duración comprendida entre los 3 segundos y el medio minuto como máximo. Se comprueba que originalmente varias de estas grabaciones han sido fragmentadas de películas homogéneas de mayor duración, hasta el punto de que uniendo dichos fragmentos podría recomponerse la grabación completa en cada caso. Avaricia comercial, podríamos denominarlo, y por este motivo, aunque en principio anunciamos en nuestra página de Facebook EN LA CARRETERA (en donde hemos ido subiendo regularmente los fragmentos), que divulgaríamos el enlace a la web alemana, finalmente no lo haremos, para no concederles una publicidad gratuita que en absoluto se merecen.




Sin embargo, no existiendo ningún impedimento técnico para la descarga de estos brevísimos fragmentos de película, lo que hemos hecho ha sido bajarlos al ordenador, posteriormente recopilarlos y montarlos en un único video de cinco minutos de duración y subirlos a YouTube. No hemos manipulado los fragmentos de película ni suprimido las marcas de agua que llevan sobreimpresionadas, con lo cual no creemos haber infringido ningún derecho de copyright con este trabajo de recopilación.

La mayoría de estas tomas originales en celuloide, posteriormente digitalizadas con las modernas técnicas actuales de procesamiento audiovisual, fueron grabadas tanto en blanco y negro como en color en las calles de las ciudades de Madrid y Barcelona, y pueden datarse sin dificultad en los años 60 del pasado siglo, con la excepción del primer fragmento, grabado en la capital catalana en los años 30. Los últimos fragmentos, también de los años 60, fueron filmados en algún ámbito rural de Andalucía que por el momento no hemos intentado identificar. Algunos de los fragmentos recopilados contenían audio, pero al montarlos en nuestro video este audio se ha perdido por razones técnicas desconocidas, con lo cual hemos considerado el video íntegro mudo, sin que nos hayamos tomado el trabajo de añadirle una banda sonora, del todo innecesaria, ya que el enorme interés de las imágenes debe primar por encima de todo. 

sábado, 6 de febrero de 2016

ESPAÑA EN LA CARRETERA (1961)




En 1959 se crea en España la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, que viene a sustituir en las tareas de vigilancia y control de las carreteras a la Policía Armada y de Tráfico (PAT), denominación oficial de la policía gubernativa creada por el nuevo Régimen vencedor de la guerra civil. No parece, por tanto, que la sección policial o los miembros del Cuerpo derivados a las labores del tráfico constituyesen una policía de carretera excesivamente cualificada ni específicamente formada para esta tarea, de todos modos no tan estratégica en la época, ante el modesto volúmen del tránsito rodado en la posguerra como consecuencia de la escasez de vehículos, repuestos y combustible. En cambio, su nombre genérico de Policía Armada (los temibles grises), resultaba tan intimidatorio como redundante, muy del gusto del Régimen, como si fuera posible concebir acaso una policía desarmada, y menos aún en aquel Estado militarizado y autoritario que sólo podía sostenerse por la fuerza y la represión del Ejército y de otros cuerpos de seguridad.



lunes, 18 de enero de 2016

DOMINGUEROS ESPAÑOLES EN LOS AÑOS 70








 
        Aunque el término dominguero empezó a emplearse y a hacer fortuna en los años sesenta, cuando comenzó la motorización de la sociedad española y las carreteras del país se llenaron de automóviles utilitarios, en realidad los españoles ya llevaban decenios comportándose como domingueros, aunque no dispusieran de vehículo propio. Y es que, en nuestro país, lo de salir los domingos a pasar todo el día al campo o a la playa era una tradición cultural mediterránea muy saludable y bien asentada. Y a falta de vehículos particulares, buenos eran los trenes o los autobuses colectivos para escapar de las ciudades durante la jornada de asueto dominical, y pocos eran quienes se quedaban en sus casas.


El desarrollismo español de los sesenta provocó un inesperado aluvión de coches y de domingueros motorizados en las carreteras, y este fenómeno popular, al adquirir muy pronto las dimensiones de una plaga incontrolable, recibió enseguida una indisimulada consideración peyorativa. De hecho, el término dominguero es inequívocamente despectivo, y en sus orígenes se utilizaba para repudiar a los malos conductores, todos aquellos que utilizaban su coche sólo los fines de semana o los domingos, y que por lo tanto podían considerarse como novatos aficionados al volante y poco diestros en el manejo de los automóviles y bastante negligentes en el cumplimiento de las normas de circulación.

En pocos años, y a fuerza de golpes de chapa, los domingueros probablemente consiguieron conducir con la suficiente solvencia que requerían los tiempos e incluso las mujeres empezaron a sacarse el carnet y sacudirse este viejo estigma de subordinación al varón. Pero los domingueros ya jamás podrían desprenderse del odioso sambenito que habían recibido de nacimiento, y si ya no eran sinónimo de malos conductores —o al menos no lo eran tanto—, sí seguían representando la mediocridad y el fracaso social de la incipiente clase media española, que se dejaba el corto jornal pagando los plazos de la vivienda, del televisor y del automóvil, y con la calderilla sobrante no podía hacer ya otra cosa mejor que abarrotar las carreteras los domingos (la mayoría trabajaban de lunes a sábado) para buscar en competencia con sus iguales algún paraje campestre o playero en donde comerse una tortilla de patata asediada de moscas.